En la época en que se elaboraban los tratados, en que las ciencias adquirían sus títulos de nobleza y se fraguaban con energía las bases de la revolución industrial, Pierre Jaquet-Droz se empeñó en hacer de su oficio un verdadero desafío: el de reproducir lo vivo. Sus autómatas –The Writer, The Draughtsman y The Musician, … Hoy expuestos en el Museo de arte e historia de Neuchâtel –causarían la admiración de numerosas cortes de aquella época. Reanudando con este arte de maravillar, Montres Jaquet Droz desvela hoy sus nuevos tesoros. En este mundo digital, los artesanos han imaginado The Time Writing Machine –que escribe en una hoja de papel la hora exacta– así como The Bird Repeater, reloj enteramente animado, The Magician y Charlie, humanoides dignos de las mejores películas de ciencia ficción.
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